La muerte de Anahí. Parte I

El amor juvenil parece ser el más fuerte, ¿no es así? el que parece que será para siempre. Tenemos miedo de que nos vayan a romper el corazón pues no creemos poder volverlo a armar si eso pasa. Pero hay cosas que no podemos controlar, la muerte por ejemplo. Romper con un ser amado es devastador pero no tanto como perderlo para siempre. 
Ahora, ¿qué pasaría si la tragedia que creías haber superado da lugar a algo peor? ¿Algo más oscuro y que va más allá de tu entendimiento sobre la muerte y el amor?
El amor no muere...los amantes sí.


La muerte de Anahí. Mi primer amor. 

Mi novia murió hace más dos meses. El autobús en el que iba perdió los frenos y cayó al fondo de un barranco. Varias personas murieron y muchas otras quedaron gravemente heridas. Por lo que sé ella sufrió bastante.
¿Por qué les cuento esto? Bueno porque después de las primeras tres semanas creí que mi vida al fin empezaba a tener sentido, creo que los amores que tienes cuando eres joven son los más fuertes porque parece que durarán para siempre.
Su nombre era Anahí y ella era hermosa, al menos para mí. Siempre me han dicho que soy atractivo (las miradas que recibo de mis compañeras e incluso de las mujeres mayores cuando camino por la calle me lo confirman) pero mi apariencia nunca fue lo más importante para mí, aunque muchos no lo crean, la inteligencia siempre será mejor que la pura apariencia. Siempre.
Y creo que por eso amaba, si dije amaba, a Anahí. Ella no era considerada exactamente como una «niña bonita», incluso mis padres me tiraron una extraña mirada cuando la llevé a cenar a casa por primera vez. Ella no tenía la apariencia de una porrista o de una «reina de primavera» pero ella era inteligente. Y muy graciosa, eso me gustaba. Pensaba en ella todo el tiempo y aunque al principio ella se mantenía un poco distante, como si creyera que yo fuera a hacerle una clase de broma o si todo fuera una apuesta, al final sé que ella también pensaba en mí.
Escribir esto me ha sonrojado y me ha hecho sonreír. Si tan sólo esto no fuera tan horrible.

Ese día yo me quedé tarde en la escuela pues debíamos presentar un estúpido proyecto de ciencias el día siguiente así que en vez de irse conmigo cuando mi mamá me llegara a traer, ella se fue en un autobús. Ese maldito autobús que acabó con ella.
Jamás pensé que podría sentir tanto dolor, era como si alguien estuviera desgarrando mis entrañas con pequeñas cuchillas y cuando creía que se habían detenido empezaban otra vez con más fuerza. Cabe decir que ese maldito proyecto se fue al carajo para mí, varias de mis clases lo hicieron. El funeral estuvo lleno de más llanto, algo que definitivamente no necesitaba, y todo el mundo me decía «lo siento tanto» «ella está en un lugar mejor» «es la voluntad de Dios»
¡Qué estupidez!
¡No fue la voluntad de Dios! ¡FUERON LOS MALDITOS FRENOS! ¡LOS MALDITOS FRENOS! Eso fue. Nada más. Fuera que ella estuviera en un lugar mejor o no no me importaba, no me hacía sentir mejor. Me sentía vacío. Era como estar empapado con agua de lluvia y no poder secarte ni calentarte por más «palabras bonitas» o abrazos que te den.
Pero el tiempo fue pasando lentamente, casi burlándose, y el frío se fue yendo. Un día me levanté y pude sentir el calor del sol en mis pies. Esa mañana sonreí y pensé que podría seguir adelante.

Esa misma noche recibí la primera llamada.



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