Café con amigas.



«El tipo sigue diciendo que él no lo hizo» dijo Marta mientras le ponía azúcar a su café.

«Por supuesto que va a seguir diciendo eso, ¿qué esperabas? ¿que confesara todo de inmediato?, esos malditos se llevan sus actos a la tumba, perdón por maldecir...» dijo Samanta mientras decidía  cuál pierna debía cruzar sin parecer vulgar.

«Ahhh, lo bueno es que ya lo atraparon. No puedo creer que algo así pasó en el mismo parque al que llevaba a mi pequeña años atrás» dijo Rita colocando su fina taza de porcelana en el posavasos.          Una mancha de su labial rosa se distinguía en la orilla.

«No puedo imaginar el terrible dolor que los Marson deben sentir, digo, la idea de descubrir que tu hija de doce años fue raptada en el parque y luego apareció descuartizada y metida en un saco, es...es ¡simplemente demasiado horrible para ser verdad!» dijo Marta frunciendo el ceño, una falsa expresión de tristeza en su rostro plástico. Ella no tenía hijos, así que no le importaba.

«Es terrible en verdad» dijo Samanta revisando los mensajes en su celular. Su amante no la había llamado en días, y mientras su esposo estaba fuera de la ciudad, ella quería hacerlo por todos lados, en la calle incluso, si hubiera sido posible.

«Lo único que podemos hacer es desear que algo así no vuelva a pasar en nuestra comunidad. Aún veo el rostro de ese horrible hombre en los periódicos y siento asco, digo, solo con verlo te das cuenta que es un pervertido» dijo Marta mientras pensaba si un aumento de busto sería demasiado, después de todo ya había aumentado dos tallas. Aun así, no había hombre que se quedara con ella después de una noche.

«Bueno, creo que es hora de irme, tengo que recoger a Karen de la práctica de porristas. Mi Karen, es tan popular, tan hermosa cada día. Lloró cuando se enteró que la pequeña Nina había muerto de forma tan horrible.» dijo Rita ajustando su vestido para que al levantarse las demás no vieran que no llevaba ropa interior. Se imaginan lo que esas perras dirían si me vieran sin ropa interior, pensó, hipócritas, pensó.
Las tres se levantaron, poniendo sus tazas en la mesa, sus rostros estirados y labios hinchados. Se abrazaron para despedirse, sus pechos voluptuosos tocándose unos contra otros. La horrible conversación sobre la joven masacrada parecía lejana y sin importancia, bien podrían haber estado hablando sobre los beneficios de inyectarse ácido en los párpados.

«Adiós querida» dijeron Marta y Samanta.



Rita caminó hacia su auto, abrió el baúl y notó la pequeña mancha oscura en el alfombrado gris. Una pequeña y mugrienta mancha oscura. «Oh bueno, supongo que tendré que reemplazar la alfombra» dijo Rita al viento, miró alrededor y no vio a nadie, un recuerdo parpadeó momentáneamente en su cabeza; un recuerdo de ella en el bosque, oyendo el sonido de un búho. Un aroma a tierra le llegó a la nariz de repente y entonces el recuerdo desapareció.
Arrancó y se fue a traer a su hija. Su preciosa hija que ahora era líder de las porristas. Sin Nina en la escuela, nadie sería más hermosa.
         Nadie.

Mientras Samanta se "retocaba" en el baño, Marta miraba hacia la ventana en la cocina. Pensaba en Karen, la preciosa y popular niña. Rita era afortunada, su hija sería una perra igual que ella, era seguro, pero era una hija después de todo. No había cirugía que pudiera arreglar a Marta para que pudiera tener una propia. Su rostro se retorció en una expresión de odio.
«Maldita»
«Ojalá hubiera sido Karen» pensó Marta mientras sin darse cuenta acariciaba el porta cuchillos con sus uñas largas y decoradas.
Intentó ahuyentar el pensamiento, pero sus hinchados labios rojos no dejaron de retorcerse en aquella horrible mueca.
«Tal vez...humm, por qué no. Tal vez Karen...lo pensaré...»

En el baño, Samanta se miraba al espejo, sus ojos verdes eran lo único que quedaba de su rostro original. Mientras esperaba el mensaje de Rafael, su muñeco diez años menor que ella y veinte años menor que su esposo, pensaba en cuánto dinero le quedaría si Rubén moría...también pensaba en qué tan fácil sería.
«Tan fácil como matar a un niño…o a una niña, ¡Wuuupsi!, perdón por eso» le dijo a su reflejo fingiendo sentirse avergonzada. Puso su mano sobre su boca y le lanzó un beso a su reflejo.
«Umumm, tal vez...tal vez...lo pensaré...»


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