El hombre de la basura


Él se dará cuenta.
Maldita sea, ¿por qué puse sus restos en esas malditas bolsas de basura?
¡Soy un idiota!
Debí deshacerme del cuerpo de otra forma. Tal vez debí enterrarlo o quemarlo, clar que no era posible, el patio está cubierto de concreto y bueno, quemarlo simplemente llamaría la atención.
¿Y qué hice? pues, desmembré el cadáver en varias partes y lo puse en cinco bolsas de basura negras, cada una envuelta en otras tres bolsas. Me aseguré de que las bolsas estuvieran bien selladas para que no hubiera derrame de nada.
Como no tenía mucha basura, y poner esas cinco bolsas solas podría llamar la atención, tuve que tirar la mayor parte de comida y ropa, para así evitar la atención en esas pesadas bolsas.
Ahora creo que fue un error. Mierda, no debía hacerlo. Me refiero a las bolsas y no al crimen, el crimen no me afecta. Él se lo merecía y matarlo fue bastante simple ya que él estaba ebrio. Eso me recuerda que debo limpiar la sangre del piso.

¡Ahí viene! 
O Dios, creo que dejé las bolsas demasiado pesadas, ¿y si cuando las levanta las bolsas se desgarran y toda la porquería sale? ya puedo imaginar la sorpresa del hombre de la basura cuando vea las partes grotescamente desgarradas, los brazos y piernas, ¡Oh Dios! la cabeza con la parte de arriba abierta y deformada por los golpes. Mierda. Mierda. ¡Mierda!

Shhhh, ¿a quién estoy callando? soy el único que queda en esta casa.
Aquí viene, el hombre de la basura. Pablo creo que es su nombre, siempre el mismo. Recuerdo cómo él lo maltrataba. "Hay tú, si tú, hombre de la basura. ¿Cuánta mierda te queda por recoger eh?" Oh cuánto lo odiaba, siempre sentado en su mugrienta silla de ruedas, bebiendo en la mañana y noche, siempre salía a esperar al hombre de la basura para insultarlo y llamarlo "basura café" y para tirarle sus latas de cerveza y reírse del pobre cuando las levantaba. Él jamás dijo nada, sólo hacía su trabajo.

Sshhhh ¿otra vez? no hay nadie aquí maldita sea.

El hombre de la basura lo sabe, sí, ¡lo sabe! es obvio, de otra forma no estaría viendo esas bolsas con esa curiosidad. Maldita sea son pesadas y lo sé, yo las arrastré, además el tipo era gordo. 
Bien, ya subió una, era una de sus piernas. Ahora subió la que tiene ropa.
El camión ocultará el olor cuando la carne se empiece a pudrir.
Ooh, ahí van los brazos, la otra pierna.
Ahí va la comida que aún estaba buena.
¡Jesús! ¡El torso!
Se romperá, lo sé, la bolsas se desgarrarán y las entrañas se esparcirán por el suelo. La vecina gritará, él vomitará y yo...yo...¿listo? un gemido y ya.
¿Me ve? no creo, estoy en el piso de arriba y mi cara apenas y sale por las cortinas.
Pero me ve. Él está viendo hacia acá. Lo sabe maldita sea.

Toma la última bolsa, la que contiene la cabeza, se ve tan redonda, tal vez piense que es una lechuga podrida. No. No. Noooo. ¡Noooooo! la está abriendo, está viendo el contenido, la cabeza abierta, los sesos esparcidos sobre el cabello. ¡Carajo!
No veré, me ocultaré, saldré por el patio y huiré, no sé a dónde pero...
¿Qué hace? la está cerrando otra vez, ¿cómo? ¿qué no vio la cabeza? debió hacerlo, abrió todas las bolsas y hasta metió la mano. Me sigue viendo. Ahora sonríe. El hombre de la basura sonríe.
¿OK? ¿es ese el gesto que hace con sus dedos? 
Todo está bien, me dice con su rostro y dedos. Lanzó la cabeza hasta atrás de la montaña de basura. He corrido la cortina por completo y ahora lo veo de cara y él a mí. Mi corazón está frío en mi pecho. El hombre de la basura sonríe y me guiñe un ojo como diciendo ¿gracias?
¡Gracias!
Ahora se va, irá con mi vecino. Seguirá su ruta levantando basura. Pero se ve feliz, puedo ver su sonrisa aun dándome la espalda. 

Todo está bien.

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