Perfume.
Tania había tratado de
dormir toda la tarde. Solo tenía cinco meses de embarazo y ya sentía que no
podía más, ella quería tener al bebé por supuesto, pero a veces simplemente
quería…
La tarde era bastante calurosa así que ella se había tumbado
en el sofá de la sala dejando todas las ventanas abiertas, de vez en cuando
entraba una refrescante brisa que hacía que Tania pudiera hundirse un poco más
en el sueño que tan escaso había sido en las últimas semanas. ¿Por qué?, ella
no quería responderle a su subconsciente pues sabía muy bien la respuesta.
En las pocas veces que
Tania había podido dormir más de cinco horas sus sueños habían sido confusos y
llenos de imágenes un tanto perturbadoras. En uno de esos sueños ella había
estado viéndose en el espejo del baño en la casa de sus padres, en el sueño
ella tenía no más de quince años; su cabello le sobrepasaba los hombros y no
como ahora que apenas y le tocaba las orejas. La joven que veía reflejada en el
espejo parecía estar viendo con horror algo en su boca, entre más avanzaba el
sueño, y sin que Tania pudiera hacer nada, más se daba cuenta de que la joven
en el espejo revisaba cuidadosamente su boca sin dientes. Las encías estaban
rojas e hinchadas y no había un solo diente ahí.
La noche de ese sueño Tania despertó y corrió directamente
al baño para vomitar. Luego se revisó la boca en el espejo, todo estaba en
orden. ¿O no?
No, la verdad es que nada
estaba en orden. La realidad era que Tania no quería tener el bebé. ¿Por qué
querría?, ¿por qué querría, después de todo, tener el hijo de un violador?
Otra brisa entró por la
ventana y esta vez a Tania se le erizó la piel. Su mente fatigada le seguía
haciendo la misma pregunta; ¿por qué estás tan nerviosa?
Porque…po-porque…
¡Ese aroma!
Tania abrió los ojos y se
puso de pie casi de inmediato. El corazón le palpitaba dolorosamente y por un
segundo pensó que iba a vomitar. La casa ahora lucía…¿peligrosa?, ¿por qué?,
preguntó su mente otra vez.
Tania se estremeció y finalmente respondió sin darse cuenta
en voz alta.
Su perfume…¡Puedo oler su perfume!
Una puerta se cerró de
golpe arriba y Tania cayó de nuevo al sofá, toda la fuerza ida de sus piernas.
Pasos…
No, no, e-esto no puede ser.
Los pasos iban de allá
para acá como si quien fuera que estaba allá arriba no pudiera decidirse si
bajar o no. Mil imágenes parpadearon ante los ojos de Tania, todas ellas eran
una mezcla de realidad y sueños, o más bien pesadillas. Se veía a ella misma
sin dientes y luego se veía corriendo por una calle empedrada con la blusa y
falda desgarrada. Se veía a ella misma peinando el cabello rojo de una de sus
muñecas…se veía a ella misma gritando por ayuda con la boca aun llena de sangre…y
sobre todo lo veía a él…lo veía a él
tomándola por el cuello y golpeándola…y luego lo veía a él bajando las gradas…
Hola, dijo
él sosteniendo el revólver...
¿Continuará?
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