La bebé Natalie
Natalie siempre parecía estar huyendo
de algo o de alguien pero sin saber de qué o quién.
«Deberías buscar citas» le dijo su terapeuta.
¿Salir
con otras personas? Uh, bueno.
Al principio todo parecía estar
saliendo mal, los hombres que conocía eran o muy atractivos para fijarse en
ella o muy poco agraciados para que ella sintiera algo más que afecto por ellos.
Entonces
conoció a Franco, (¿Franco? Ese nombre me
suena) Y algo encajó, como si él fuera la pieza faltante en su siempre
nervioso corazón. No, en serio ¿de dónde
lo conozco?
Entonces, en la noche de su luna de
miel, tuvo un sueño:
Ella
vestía ropa extraña (¡1850! ¡1850!) y
estaba tirada en una enorme cama, Franco estaba sobre ella, asfixiándola.
Estoy muriendo… ¡Oh Jesús bendito, estoy
muriendo! Pero ahora me libraré de él. Descansaré en paz. ¡En paz al fin!
Natalie despertó sintiendo la navaja
en su pecho.
«Amada mía, lo siento…prometí que no te
haría daño, ¡No! Tranquila, no te dejaré morir, estaremos juntos toda la vida…y
en la siguiente…y en la siguiente…»
Aquí viene la luz…
«Se
llamará Sara» dijo una voz maternal.
«No,
mejor Natalie…sí ese me gusta más»
La
bebé Natalie lloró.
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