Dios.
Siempre he tenido este diálogo
interno conmigo mismo o con las muchas personas que habitan mi mente como un
reflejo de las que conozco (debo admitir que al leer lo que acabo de escribir
me siento algo sorprendido por lo loco que suena, aunque no soy el único).
Como
sea, el diálogo que mantengo a veces es sobre Dios.
¿Creo en Dios?
Hasta este punto en mi vida he
llegado a sentir que mis creencias están en una especie de limbo. Obviamente mi
familia cree en Dios, ahora, no es que yo no crea, simplemente que no estoy del
todo convencido de la existencia o de que todos los hechos que nos cuentan en
la biblia sean reales.
Recuerdo una vez cuando era niño que,
por alguna estúpida razón que no recuerdo, dije que iba a dejar de creer en Dios.
Esa misma tarde le estaba pidiendo perdón y jurando que no volvería a decir
algo así.
Hasta
el momento mi juramento ha estado más o menos intacto, nunca he dicho que no
creo en Dios pero mi idea sobre Él ha ido volviéndose difusa.
¿Es Dios un ser consiente que nos
observa desde arriba?
¿O es acaso una especie de energía
neutra que mueve las cosas sin mente o voluntad?
Algo que sí he hecho varias veces y
por lo cual a veces el diálogo que mantengo en mi cabeza suena ilógico y hasta
hipócrita, y es pedirle a Dios muchas cosas a lo largo de la vida.
“Dios, por favor…si me salvo de esta no
volveré a hacerlo”
“Por favor Dios, protégelos a todos…protégeme
a mí”
“Dios, te pido por favor que todo salga
bien…”
Nunca he hablado con un ateo, pero me
pregunto qué hacen ellos en los momentos de desesperación. Digo, porque si Dios
no fuera un ser real, tal vez es simplemente la idea o imagen que nuestra mente
creó para soportar en los momentos de más temor y desesperación.
¿A quién le piden cosas en sus
momentos de angustia?
¿A quién acuden cuando simplemente no
tienen con quién hablar?
¿Acaso ruegan cuando ven que un ser
amado sufre?
Es fácil pedirle cosas a Dios, creo
que es por eso que la idea de un Dios suena tan atractiva para nuestras mentes.
“Pide lo que quieras, aquí no hay límite
de tres deseos, no todos se cumplirán…pero no hay ¡límite!”
Cumplir las cosas que le prometemos
es lo opuesto. “Te juro que seré bueno” “No
volveré a beber…” “Te alabaré cada mañana” “No pelearé”
Aunque, sin duda lo mejor es que
tienes un oído que siempre te escuchará. (Ahora sin duda sueno más como alguien
religioso que alguien que tiene dudas).
La idea de que el cielo existe es
encantadora porque te hace soñar con que, aunque vivas en la peor de las
miserias, al final todo habrá valido la pena. Aunque si no fuiste bueno pues…
¿Y si al final simplemente nos
borramos?
Tal vez no hay luz u oscuridad al
final, ¿cómo saberlo? Tal vez simplemente dejamos de existir y un ser que no
existe no puede temer o disfrutar. Para qué temerle a una oscuridad eterna si
no vas a existir para verla. No serás nada. Punto.
Cada vez que salgo o que alguien
sale, mis padres dicen “Que Dios te
acompañe” o si algo bueno pasó dicen: “Gracias
a Dios”
O si esperamos alguna noticia en el
futuro: “Sólo Dios dirá”
Yo
nunca he podido abrir la boca y decir eso.
No sé si es porque en el fondo siento
que es algo inútil…o porque temo sonar como un hipócrita al decir algo que
probablemente sonaría vacío. Tal vez no crea en Dios… ¿o sí? Sin duda la idea
de irme al infierno me aterra.
Cuando
cursaba Básicos, (no sé cómo le llaman en su país pero aquí son los grados que vienen
al terminar primaria) fui a una especie de retiro juvenil religioso cristiano.
En esos días, mi autoestima era tan poca que no sé cómo era capaz de hacer
amigos. Pensé: “Tal vez Dios es la
respuesta…tal vez Él hará que pueda confiar en mí mismo”
Así
que fui.
La experiencia en sí fue buena, pero
había algo que me molestaba.
Mentiría si les dijera que no sé qué
era en ese entonces, pero sí sabía… ¡No sentía lo mismo que todos sentían!
Rezaba cuando lo pedían y sí lloré en
los momentos más emotivos, pero en mi cabeza sólo pedía que todo acabara, quería
irme a mi casa, quería salir de ahí. Y cuando todo acabó y fui a la escuela el
día siguiente me sentí “cambiado” o
al menos así pretendí. Amaba a todos y quería que ellos me amaran igual porque
ahora yo era bueno y puro. Pero era
la escuela y en la escuela no puedes amar a nadie y no puedes respetar a nadie.
Para el final del día, aquella sensación se había ido. ¿Y cómo me sentía? Pues igual.
Seguía teniendo el mismo miedo a la gente, seguía sintiéndome miserable y
confundido. Buuu.
Creo que podría seguir hablando de
esto todo el día (probablemente lo haré en mi cabeza) pero escribiré sólo un
poco más.
No
creo que pueda eliminar a Dios de mi subconsciente por completo, aun si no lo
mencione a la hora del almuerzo o le agradezca por la vida que tengo, sin duda
lo recordaré cuando camine en una calle peligrosa o cuando venga en un autobús
que va a excesiva velocidad. Veré como el sol va girando (claro que somos
nosotros los que giramos) y alejándose de este lado del cielo para ir a otro
continente y pensaré ¿Quién hizo esto? ¿A quién se le ocurrió todo este plan?
Tal vez la idea de Dios no se
responderá del todo hasta que encontremos vida en otro planeta (Y sí, yo creo
que hay vida en otros planetas, debe haberla, no como las creaturas horribles
de Alien, pero tal vez algo parecido
a nosotros)
No creo que Adán y Eva fueron los
primeros.
Sí creo en la evolución, al menos lo
que entiendo de ella.
Si creo que ser buena persona vale la
pena, ya sea que vayas al cielo al final o que simplemente te haga vivir bien.
Seguiré buscando a Dios cuando quiera
algo (Sé que hay personas que viven peor que yo y que todos los días le piden a
Dios cosas que sí merezcan) ¿A cuántas se les cumplen esos deseos? ¿Por qué
Dios debería oírme a mí si hay alguien que está peor que yo?
Le seguiré dando las gracias en
silencio aunque no crea del todo que me están oyendo realmente.
Temeré su ira…pero cuestionaré sus
mandatos.
Dios,
da un golpe para sí y dos para no.
¿Acaso
he blasfemado?
¿Acaso
debería preocuparme?
Trataré de ser bueno…para Él y por
mí.
Seguiré esperando una señal…
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